Añadido el 3 mar 2024

Este camión abandonado, el segundo camión que pinté, es una acuarela de 1992-1993.
Todos os que me conocéis desde hace años os suena, sobre todo por el óleo grande que estaba en la sala de estar del antiguo club Maestranza de Málaga, pero ya hablaremos de eso en otro momento.
Volvamos a la acuarela, que tiene mi hermano en su casa en Madrid, pues se lo regalé el día de su boda.
Por esas fechas también hice el poema al viejo camión abandonado, que está en mi página web y que pongo a continuación:
El viejo camión abandonado
Un viejo camión es el símbolo del hombre oxidado
por las noches que ha dormido a la intemperie.
Desconchones y arrugas nos cuentan momentos difíciles.
Su viejo motor, ya inservible, lo es porque arrancó un millón de veces,
siempre que fue necesario para realizar un servicio.
Nunca se quejó por lo temprano, ni por la lluvia, ni por la helada.
Por eso ahora descansa, hermoso a nuestros ojos
y nos dice, calladamente como aquél de Tarso,
"he recorrido el camino, he alcanzado la meta..."
Un viejo camión abandonado nos habla de una persona mayor que, quizás ya no puede aportar nada a la familia ni a la sociedad, -su motor ya inservible- por enfermedad, Alzeimer, postración, demencia senil,... exige unos cuidados a la familia muy exigentes, además puede tener que soportar dolores terribles por un cáncer, o necesitar ayuda sicológica por una paralísis progresiva, o una enfermedad provocada por el trabajo de tantos años -su motor ya inservible arrancó un millón de veces para realizar un servicio- y algunos médicos, la sociedad, las leyes, te ofrecen como única solución la muerte "digna" (Que manera más indigna de nombrar a la manera de triturar a los ellos consideran desperdicios de la sociedad), en vez de fomentar los cuidados paliativos, que indignidad mas grande cuando las series de TV y la sociedad politicamente correcta convence a estas personas de ser una carga inutil).
Ellos han sacado adelante su familia, la sociedad, duramente y sin quejarse –Nunca se quejó por lo temprano, ni por la lluvia, ni por la helada– y ahora la sociedad que ellos han levantado les intenta convencer de que sobran, que no aportan, y algunos ¿hijos? los olvidan en una residencia para olvidados.
Sin embargo otros no lo ven así, los que vamos contra corriente –Por eso ahora descansa, hermoso a nuestros ojos– y siguen ayudándonos con su sola presencia –nos dice, calladamente como aquél de Tarso, "he recorrido el camino, he alcanzado la meta..."–
La sociedad zombi, podrida y enferma los desecha. Sin embargo son el tesoro de las familias y la sociedad que los cuide será una sociedad bendecida y con dignidad.