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Back to list Added Jul 1, 2016

La siesta, excusa inspiradora para unir artistas del interior

La siesta participativa de Dufva Nielsen

CORRIENTES.- Tiempo de silencio y descanso, o espacio ilimitado de juego. Según se mire como chico o como grande, la siesta tiene significados muy distintos, y así lo demuestra La Gran Sombra II, un encuentro de artistas de Corrientes, Chaco y Formosa, que invita a repensar el momento de mayor sigilo con instalaciones textiles, sonoras, tecnológicas, fotográficas, participativas, escultóricas y literarias.

 

Trece artistas o colectivos de arte, en siete espacios de Corrientes, coinciden en rendir tributo a una costumbre tan arraigada como deliciosa, y compiten por ser los cinco elegidos para integrar el patrimonio de un futuro museo de arte contemporáneo. Seleccionados entre 40 proyectos, cada uno recibió 3000 pesos para materializar su obra.

El encuentro es organizado por el Instituto de Cultura de Corrientes, y tiene a dos artistas reconocidas como principales propulsoras: Matilde Marín y Beatriz Moreiro. "La Gran Sombra se une a otros proyectos integradores de Ushuaia, Salta y Neuquén, donde se busca dar visibilidad a los artistas locales que tienen la oportunidad de desarrollar obra y exhibirla en museos o institutos culturales. Se seleccionaron proyectos comprometidos con el medio ambiente y la esencia de la región. Artistas que trabajando desde su entorno natural logran transmitir sus experiencias en instalaciones y performances con un compromiso con su tierra", dice Marín.

 

"La idea surgió hace tres años, en el Impenetrable. De pronto, abrimos un libro en la misma página, y ahí estaba la gran sombra del algarrobo. Y empezamos a darle forma a la primera edición, que hicimos en 2013", dice Moreiro.

En el teatro Vera, Laura Seniquel compone una sinfonía de pájaros, registrada cuando la ciudad se aquieta y todo calla. A la hora de la siesta, se escuchan también las chicharras. "Son como el ruido del mar", imagina Dufva Nielsen, que les sube el volumen para que sean un verdadero mar de fondo en la siesta participativa con tres catres que ofrece en el patio del Museo Provincial de Bellas Artes. En la sala contigua, Juan Sorrentino experimenta con luz y sonido, en constante encuentro y desencuentro.

Arte textil de Gloria Polo

El tejido es tarea silenciosa en la hora del ocio. Fabiana Larrea compone una delicada urdimbre de movimientos mínimos e hilos delgados. Mamapacha es un grupo de mujeres que viven de la artesanía, pero que, convocadas por la artista Cecilia Lis García, tejen por puro placer. "Son encuentros para abrirnos a espacios más creativos. Construimos un tótem, como ritual generador de comunidad y pertenencia", explica.

Entre los artistas hay estudiantes, como Delfina Andino, que comienza su licenciatura en Artes Combinadas en la Universidad Nacional del Nordeste, y otros de larga trayectoria, exposiciones y con un doctorado, como Gloria Polo.

"Mi obra tiene que ver con las siestas infantiles de hace cincuenta años. En los veranos en el campo, la siesta era abrir la puerta para ir a jugar, cuando los abuelos dormían y nos íbamos al monte", recuerda.

Polo tejió una cortina de mitologías infantiles inventadas, con chivos, perros, fantasmitas, brujas, superhéroes y magos. "Me interesa trabajar con materiales reciclados y seguir jugando, siempre", cuenta.

Regresión a la infancia

Para Walter Tura la siesta también es el tiempo en que todos duermen y él, aún, juega. "Un momento muy mágico", cuenta el autor de esculturas con púas de palo borracho. Jorge Alegre coincide: "Tuve una regresión a mi infancia en el campo, y construí una cimbra, que se usa para cazar animales". Su obra es una trampa gigante, hecha con más de 50 troncos de aliso.

En las urbes, la siesta no es en hamacas bajo un árbol, sino entre cuatro paredes y con aire acondicionado. En el Centro Cultural Universitario, Paula Bakun, María Julia Rossetti y Juan José Zaponi invitan a la Cabina, un recinto tecnológico donde es posible meterse y dormir, o entrar en ese estado entre el sueño y la vigilia donde es posible pensar las cosas más creativas.

"No somos artistas correntinos y chaqueños, sino que integramos un gran circuito compuesto por artistas de ambas ciudades. Integro un colectivo de artistas llamado Guaranípolis, una ciudad ficticia pero real de los dos márgenes del río", dice Rossetti, directora de Limbo, un espacio de experimentación para artistas contemporáneos.

Sergio Falcón no es de ninguna de las dos orillas, sino del medio del Paraná, donde está la isla San Pedro Pescador y su espacio autogestionado de cultura Cecuba. Su obra mezcla costumbres, mitos y lenguas: sentado en un sillón, cuenta un cuento de palometas y yacarés de su autoría en castellano y guaraní. "Recuerdos, viejas costumbres de nuestros abuelos que nos contaban un cuento sentados en su sillón, después de comer, mientras chupábamos naranjas sentados en la tierra", dice.

José Mizdraji hace caer del techo de la Casa Martínez una lluvia de almohadas con serigrafías de pájaros de los Esteros. Son los mismos que dibuja y expone en el Museo de Ciencias Naturales, en la celebración de los 160 años de su fundación. Hay otra almohada, la de Horacio Silvestri, un paisaje onírico de Sofía Victoria Díaz y esculturas de papel de Gustavo Mendoza.

"Generamos nuevos espacios y museos en la capital y en el interior, como parte de la estrategia de desarrollo local y turístico", dice Gabriel Romero, presidente del Instituto de Cultura, que trabaja en la creación del Museo de Arte Sacro en San Miguel (con obras del origen jesuítico), y ya inauguró el Museo de Muñecas en Concepción del Yaguareté Cora, el Centro de Interpretación del Hombre del Iberá y un museo histórico, el Paleo Museo de Toropí de Bella Vista.

Mañana se inaugura el Museo de Antropología en la Casa Martínez, un monumento histórico que durante treinta años estuvo abandonado. "Queremos hacer un centro cultural que albergue un museo de arte contemporáneo, salas de exposición para artistas locales, salas de ensayo", cuenta Romero, radical, con dos años más de gestión para cumplir su meta.

Anoche, después de una mesa redonda sobre la escena regional en el arte, una performance del grupo Chaqueño y Contemporáneo y una conferencia de María Teresa Constantin, un jurado integrado por Romero, Francisco Benítez (director del Museo de Bellas Artes), la crítica Ana María Battistozzi, Marín, Moreiro y Fernanda Toccalino, directora del Centro Cultural Universitario, anunció los cinco premios adquisición (cada uno recibió 12.000 pesos): Fabiana Larrea, José Mizdraji, Sergio Falcón, Gustavo Mendoza y Gloria Polo, con una mención para la Cabina.

Todos, de todas formas, se sentían ganadores.

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