MIRARTE GALERIA

DIARIO LA NACION

La Nación
Neiva, Domingo 05 de Octubre 2008
Hablemos de…
Arturo Flórez y las artes plásticas
Jairo Beltrán Tovar especial la Nación

Para hablar sobre la vida y obra pictórica del maestro Arturo Ignacio Flórez, es necesario empezar haciendo un ejercicio de retrospección telepática que nos conduzca a visualizar, desde las altas cumbres del Nevado del Huila, los esmeraldicos valles y praderas de su tierra nariñense. Y, con los ojos del alma, como dice Villamil, ver al pequeño Flórez escudriñando las entradas de la agreste geografía topográfica Andina, donde abrasan los cóndores el aire y brotan de sus entrañas ricas fuentes de aguas cristalinas, caudales que canturriando bajan peinando líquenes y acariciando rocas. Es ahí donde habitan los dioses que cabalgan en las brumas del Galeras, que escuchan melódicas sonatas, cantas de quenas, zampoñas y tambores. El mismo lugar donde el pequeño soñador de mágicas ilusiones se llena de color y de cromáticos paisajes, adhiriendo a sus novelas obras el barniz del mopa mopa y en el lienzo de sus idilios el inquieto danzar de los pinceles.

Maestro en artes plásticas de la Universidad Pasto, en 1975 ata sus bártulos y con su maletín de sueños llega a Neiva, cargado de proyectos. Ya en la ciudad, se vincula al colegio Salesiano y a la Normal Superior, entregándole a cada uno de sus alumnos, la sabiduría del pintor, del amigo y del artista. Inmerso en el alma del huilense y en busca de multiplicar el tiempo reúne, en su barrio, un puñado de niños y niñas para crear el “Circulo Cromático”, templo de las artes plásticas. Su paso por el Inem, no fue el de un profesor cualquiera, fue el del maestro, del trabajador incansable de las artes, que hizo hasta donde pudo. De tal manera que el legado cultural, heredad del maestro, llega finalmente a la Galería Taller “Arturo Flórez” donde a diario se dan cita las nuevas promesas de la pintura. De ahí que el escritor Fernando Torres refiriéndose al maestro, afirme: “Quien hace caminos al andar a la larga deja huella: discípulos y también contradicciones, testimonios de que existe, porque en este país con más de tres décadas en el mismo oficio es sobreviviente con derecho a estatua de cariño”.
William Fernando Torres