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Johana Uvence

Volver a la lista Añadido el 9 sept 2005

Los alientos creadores en las nuevas propuestas plásticas nos recrean con horizontes poco explorados, innovadores y visualmente creativos; minimalistas, al despojar cualquier elemento secundario concentrándose en la esencia. Ahora, la exposición que presenciamos de Johanna Uvence tiene estos alientos propositivos y quizá, en una fase exploratoria, de búsqueda en el oficio, en su práctica radicalmente exclusiva, encontramos una obra inquietante por los subterfugios del espacio y del color que usa en su concepción de pintura.
Johana es una artista chiapaneca joven pero de habilidades plásticas intensas. Justamente esa urgencia la ha llevado a romper y a distanciarse de las tradiciones de estas latitudes; las cuales, muchas de ellas, han envejecido por el exceso folclorizante e ideologizado de esos que agotan y empobrecen; esto es, una sobre-representación desgastada de la realidad vivida en el estado. Más bien, para ella, es la de resemantizar la noción de plasticidad en la que privilegia la forma, el placer táctil y visual en el que aventura, en una especie de maridaje, tanto el concepto como la gestación onírica y abstracta, diríamos, casi en intimidad con la instalación. Además, en el espectador provoca apertura, quizá extrañamiento y ambigüedad, pero es esa imbricación y polisemia la que marca la poética en su obra.
La que vemos ahora es una perspectiva contemporánea del arte, de la que podemos decir, siguiendo las ideas de Rosalind Krauss y de Baudrillard, en la que el nombrar o representar un objeto no tiene por qué determinar necesariamente su existencia, ya que puede no haber ningún objeto que nos diga nada. Por ello, estamos ante un simulacro ya que en la confluencia posmoderna de la creación artística, hay un juego sin origen del significante. Vemos un sistema de representación de la ausencia: son piezas, son pinturas, son objetos, son colores, es la multidimensionalidad de la pintura-espacio, es la concreción, es escultura, son colores sin pincel, es un cuadro pictórico sin lienzo y sin marco… ¡Es la representación deliberada de ausencia!
Para la artista de “Domestícame” es importante su recorrido, su historicidad, su autobiografía, los viajes internos y geográficos que van construyendo y dando forma a una propuesta, a una subjetividad explosivamente creativa, que se aleja de las homogeneidades estilísticas. Por ejemplo, aunque el acrílico es su insumo principal le suma algunas cuantas capas de color en diferentes etapas de secado para ir trascendiendo toda su experiencia plástica asimilada y previa. Así vemos que Johana, como dijera Merleau-Ponty el sistema de experiencia no se pone a su disposición como si fuera Dios, sino que lo vive desde un determinado punto de vista; no es el espectador, sino ella esta implicada, y es su compromiso con un punto de vista lo que posibilita la finitud de su percepción y su apertura al universo entero como horizonte de cada percepción la que le da una nueva idea en cada proyecto. Así, son sus demandas y necesidades estéticas, sus dilemas y enfrentamientos con su Oficio: deconstruir el medio. Aunque paradójicamente, encontremos un estatuto de la obra, una rúbrica, la unicidad y la originalidad, la emoción y, por supuesto, una gran pasión.

Efraín Ascencio Cedillo
Julio del 2007

Artmajeur

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