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POR LAS RAMAS • 11 obras de arte
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Vitruvio (siglo I a.C.) aseguraba que la arquitectura descansa en tres principios: la belleza (Venustas),[...]
Vitruvio (siglo I a.C.) aseguraba que la arquitectura descansa en tres principios: la belleza (Venustas), la firmeza (Firmitas) y la utilidad (Utilitas). Si bien cualquiera de estos principios podemos otorgarlos, de forma individual, a otras artes, objetos o seres, no es muy corriente que coincidan en algo los tres juntos.
La belleza de numerosas especies, la firmeza centenaria de algunos y por descontado, su utilidad demostrada a lo largo de la historia, hacen que los principios otorgados a la arquitectura, sean aplicables a los árboles. No obstante, al margen de los principios que citaba Vitruvio, existen otras coincidencias entre árboles y arquitectura. Siguiendo un cierto paralelismo constructivo se puede asegurar que las raíces de los árboles sugirieron, a los primeros arquitectos, la necesidad de realizar cimentaciones con el fin de garantizar la sustentación del edificio; su tronco, inicio de la estructura de ramas y hojas, ha sido pieza indispensable, como elemento de apoyo en edificios, hasta nuestros días, y que decir del volumen y distribución de sus ramajes, inspirador de proyectos y escaparate natural de la distribución de cargas.
Para la primera parte de este proyecto me he permitido coger esta última similitud, la estructura de sus ramajes, que definen una particular arquitectura natural que, a veces, la visión conjunta del edificio, perdón del árbol, no nos permite ver con detalle.
Para la segunda parte he elegido otra utilidad del árbol, sus sombras, y digo bien sus sombras ya que un solo árbol es capaz de proyectar diferentes imágenes propias a lo largo de un día. Que útil es su sombra en los días que el calor aprieta y en ella encontramos el frescor que nuestro cuerpo solicita, que útil que nos permite estar atento al espectáculo sin ser cegados por el sol, pero a lo largo del día, ¿cuantos reparamos en la imagen de su sombra?. Un proverbio hindú eleva a bondad la sombra de un árbol, diciendo que es capaz de mantenerla, incluso, a quien le está talando.
La tercera y última parte de este proyecto la he denominado entornos, y en ella se incluyen las obras referidas a dos localizaciones que han influido en dos periodos de mi vida, y en las que los árboles han formado parte de su decorado: La Rambla de Figueres y El Retiro de Madrid. La Rambla de Figueres, al margen de ser el punto central de la actividad de mi ciudad natal, fue el motivo de mis primeras incursiones en el mundo del arte, a través de los concursos de dibujo que, en los primeros años de la década de los 70, se organizaban con motivo de las Ferias y Fiestas de la Santa Cruz, y que representaron mis primeras exposiciones colectivas. Hoy, 35 años después, ha sido otro entorno quien ha inspirado mi creación, en este caso el madrileño Parque de El Retiro. En ambos casos, sus cúpulas de hojas sirven de fondo para resaltar detalles que no pasarán desapercibidos a nadie, bien en forma de elementos de su mobiliario, sus fuentes, sus estatuas e incluso los peculiares troncos de sus árboles.
La belleza de numerosas especies, la firmeza centenaria de algunos y por descontado, su utilidad demostrada a lo largo de la historia, hacen que los principios otorgados a la arquitectura, sean aplicables a los árboles. No obstante, al margen de los principios que citaba Vitruvio, existen otras coincidencias entre árboles y arquitectura. Siguiendo un cierto paralelismo constructivo se puede asegurar que las raíces de los árboles sugirieron, a los primeros arquitectos, la necesidad de realizar cimentaciones con el fin de garantizar la sustentación del edificio; su tronco, inicio de la estructura de ramas y hojas, ha sido pieza indispensable, como elemento de apoyo en edificios, hasta nuestros días, y que decir del volumen y distribución de sus ramajes, inspirador de proyectos y escaparate natural de la distribución de cargas.
Para la primera parte de este proyecto me he permitido coger esta última similitud, la estructura de sus ramajes, que definen una particular arquitectura natural que, a veces, la visión conjunta del edificio, perdón del árbol, no nos permite ver con detalle.
Para la segunda parte he elegido otra utilidad del árbol, sus sombras, y digo bien sus sombras ya que un solo árbol es capaz de proyectar diferentes imágenes propias a lo largo de un día. Que útil es su sombra en los días que el calor aprieta y en ella encontramos el frescor que nuestro cuerpo solicita, que útil que nos permite estar atento al espectáculo sin ser cegados por el sol, pero a lo largo del día, ¿cuantos reparamos en la imagen de su sombra?. Un proverbio hindú eleva a bondad la sombra de un árbol, diciendo que es capaz de mantenerla, incluso, a quien le está talando.
La tercera y última parte de este proyecto la he denominado entornos, y en ella se incluyen las obras referidas a dos localizaciones que han influido en dos periodos de mi vida, y en las que los árboles han formado parte de su decorado: La Rambla de Figueres y El Retiro de Madrid. La Rambla de Figueres, al margen de ser el punto central de la actividad de mi ciudad natal, fue el motivo de mis primeras incursiones en el mundo del arte, a través de los concursos de dibujo que, en los primeros años de la década de los 70, se organizaban con motivo de las Ferias y Fiestas de la Santa Cruz, y que representaron mis primeras exposiciones colectivas. Hoy, 35 años después, ha sido otro entorno quien ha inspirado mi creación, en este caso el madrileño Parque de El Retiro. En ambos casos, sus cúpulas de hojas sirven de fondo para resaltar detalles que no pasarán desapercibidos a nadie, bien en forma de elementos de su mobiliario, sus fuentes, sus estatuas e incluso los peculiares troncos de sus árboles.
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