Andrea Díaz Cabezas (A. Dicab)

Expo catastrofista Cartel

Cada corazón es una célula revolucionaria, pero para que haya movimiento el corazón debe latir primero. Los catastrofistas no somos los primeros, ni seremos los últimos, en poner al frente la actividad como anverso de la contemplación. Este orden de cosas es para nosotros el único que puede hacer sentirse vivo a una persona. El protagonista de tu propia aventura. Con sus riesgos, con sus incoherencias, con su catástrofe. Cuando se toman las riendas de las decisiones, como de un pincel o un bolígrafo, uno se siente vivo, tal vez como nunca jamás lo había estado. Para Hugo Ball la “producción estética” se convierte en dieta en una época en que los hombres se ven asaltados por las cosas más monstruosas. De la misma manera, una vuelta a la comunicación entre las personas para decidir sus propios asuntos debería ser también una dieta en los tiempos que corren. Dos caras de la misma vida: la introspección hacia nuestros fantasmas, deseos y sueños; y la puesta en manifiesto de ellos en el proceso social.
Resulta interesante conocer las razones por las que la Escuela de Artes debe trasladarse y el monstruoso proyecto de ciudad en el que este hecho está incluido, pero a nosotros lo que realmente nos resulta atractivo es ver que hay gente que está dispuesta a cruzar la línea del espectáculo para empezar a poner el mundo patas arriba, para empezar a sentir el gusto de ser ellos quienes toman las decisiones, quienes deciden pues, que hacer, cuando y como. Cada uno de estos segundos vale mucho más que la vida entera de algunos.