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Peláez Ochoa

Volver a la lista Añadido el 14 ene 2006

LA PINTURA DE JOSE ANTONIO PELAEZ OCHOA Por José J. Almuedo González
Profesor de Historia

Cuando uno entra en su estudio de Pineda de Mar, lo primero que destaca es la luz mediterránea de sus lienzos que reflejan el propio mar que está a unos metros.
Las vibraciones de la luz, armónicas y sutiles, del mar clásico en estas latitudes, son interpretadas en pinceladas que detienen el tiempo en una marina o un paisaje rural.
Pero cuando uno observa mas detenidamente alguno de esos paisajes rurales, algo nos habla del encuentro de un pintor de tierra adentro con sus contrastes nítidos entre luz y sombra y el necesario "sfumatto" de la atmósfera mediterránea que lo impregna todo. Quizá sea éste el rasgo más peculiar de su pintura paisajística: el análisis de las cualidades de la luz que, a veces, nos recuerda a Darío de Regoyos.
Una ojeada por las paredes de su estudio, nos conduce sorprendentemente a sus orígenes vasco-navarros, una escuela dónde los colores de la tierra ocres, marrones y negros reflejan trágicas luces. Ello nos conecta con la pintura de Zuloaga, penetrando psicológicamente el alma castellana, "donde los hombres son circunstancias del ambiente", que diría Ortega y Gasset. En la pintura de su abuelo, además, apreciamos claras influencias de Ramón y Valentín Zubiaurre, con su peculiar perspectiva y su simbolismo realista, también de Aurelio arteta.
Pero, rápidamente, nuestra mirada sorprendida se vuelve a detener en los paisajes luminosos y uno piensa que su pintura bien podría ser la historia de cómo un alma y unos ojos navarros se fueron dejando bañar de mediterraneidad.

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