Artista puntillista moderna en tinta y acrilico (2019) Disegno da Mirit Ben-Nun

Mirit Ben Nun: Pintar fuera de los cánones
La pintura de Mirit Ben Nun escapa a las definiciones comunes. Por un lado, la observación objetiva la definiría como arte pictórico contemporáneo, creado actualmente por una artista joven y efervescente. Por otro lado, están ausentes en su arte las características "contemporáneas", que reflejan el espíritu de este tiempo y este lugar. Esta es una pintura que "habla" en un idioma extranjero que pertenece, aparentemente, a otro tiempo y a otro lugar; pero al tratar de señalar cuáles son ese tiempo y ese lugar, nos encontramos navegando en las dimensiones de tiempo y espacio, sin encontrar puntos de apoyo referenciales. Las pinturas de Ben Nun se nos brindan con fuerte sensualidad y colorido. Tienen características de inocencia naive y arquetípica que recuerda el arte folclórico; las diferencias de tamaño de las distintas figuras, dentro de un mismo cuadro, no son fieles a la realidad, y las proporciones se presentan como "erróneas", similares a la pintura tribal y aborigen de África, Oceanía y Australia.

Las superficies son trabajadas con laboriosidad, y los motivos se multiplican repetitivamente, como en las técnicas del tejido de alfombras. Asimismo, en muchas de sus pinturas pueden encontrarse motivos del Pop-Art occidental, y esta combinación de motivos de magia primitiva con arte moderno occidental cargan la pintura de Ben Nun con una tensión histórica y cultural, entre un "pasado" y un "presente", entre "allá" y "acá". Desde el punto de vista formal, su pintura se divide, por lo general, entre formas esquemáticas y zonas de color, sin pasajes intermedios. Líneas divisorias claras separan los distintos segmentos, y en cada zona se da un suceso distinto, que completa o contraría a su vecino. Así, por ejemplo, formas circulares confrontan con formas geométricas angulosas, o figuras humanas con figuras de fauna y flora. A menudo, la pintura contiene, en sus bordes, un "marco" que une y encierra a todas sus partes, como un ventana dentro de otra ventana. Como resultado, se crea una composición poco usual, que quiebra la consabida fórmula o canon "unidad de tema, forma y color". Esta ruptura de las reglas convencionales fortalece la cualidad de salvajismo "no civiilzado" de estas pinturas.

En el centro de la obra de Ben Nun se encuentran la imagen de la mujer y la mutua relación entre los sexos. Las mujeres son presentadas como seductoras, acentuando sus formas redondeadas, con frecuencia en movimientos danzantes. La danza funciona como metáfora de cortejo y seducción; los labios gruesos y rojos, muchas veces en forma de corazón, simbolizan deseo pasional y amor. Cuando parece que la tentación implícita no es suficiente, la imagen femenina es dibujada de frente con las piernas abiertas, en una composición que recuerda la letra W, pero cuando se encuentran juntas la imagen femenina y la masculina, la unificación es completa; los personajes se fusionan el uno con el otro, los perfiles se superponen. Cuando están en posición sentada, la forma de la letra W y la forma de la letra M se intercambian una con otra, con una táctica que acentúa que son opuestos que se complementan.

Los protagonistas – mujer y hombre – son acompañados por personajes secundarios: Imágenes simbólicas, principalmente peces, manos (con forma de "Hamsa") y ojos. Estos símbolos son prevalentes en las culturas del Medio Oriente, y representan fertilidad, fortuna y defensa contra el "mal de ojo". Su presencia, al lado de los amantes, sugiere que el tema aquí no trata de una erótica estéril y deseo carnal, sino del amor verdadero, que aspira a vivir bajo un mismo techo, crear una familia, y tener descendencia.
Sobre todo, estas imágenes proporcionan al espectador el punto de apoyo referente deseado, ya que resumen la totalidad de la obra, que a primera vista parecía estar moviéndose entre mundos históricos y culturales diferentes, y la ubica en nuestro lugar, aquí y ahora.

Mirit Ben Nun es una flor silvestre que no creció en la avenida principal del arte israelí, sino a ambos lados del camino. Ella tiene su propio camino lateral, desde el cual desafía al mundo del arte institucional establecido. Al igual que Cupido, con una sonrisa pícara ella dispara flechas de amor, y cuando las flechas dan en el blanco, en un transeúnte u otro, el enamoramiento es instantáneo. Sus pinturas están llenas de magia y humor. Su exotismo tiene una atracción inexplicable, tal como el encanto que ejerce el "noble salvaje" sobre las personas de cultura occidental.
Del mar de sonidos que nos envuelven, placenteros en mayor o menor medida, se eleva la voz de Mirit Ben Nun desde las profundidades; una voz pura, enigmática y especial, que vaga por el mundo y reclama su propio lugar: "La flauta eleva su voz. / ¿Cuáles son sus temas? / Canta al amor, al compañerismo y a la amistad. / Canta al bien y a las cosas buenas. / ¿Sobre qué no canta? Canta sobre todo y sobre todos, sobre todo asunto y tema, en toda su totalidad". (Natán Alterman, "Fiesta de verano").

Ilan Wizgan

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