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Conxi Puig

Volver a la lista Añadido el 15 oct 2004

Toques de materia en el camino de mil y una pinceladas

Existe en todo artista aquel momento inicial en que se siente la necesidad de pintar o de expresarse pero uno no alcanza a saber el qué ni el cómo. Los comienzos de Conxi Puig (Santa Coloma de Farners, Girona, 1959) se encaminaron a medir las posibilidades de este momento creativo utilizando los argumentos que le ofrecía la pintura académica. La figuración y los parámetros de una técnica realista sirvieron en su momento para poner fronteras a un pensamiento que se perdía voluntariamente más allá de los límites impuestos por el marco.

No obstante, la necesidad de experimentación y superación característicos de la obra de Conxi Puig superaron cualquier posible encasillamiento y poco a poco se abrió la perspectiva de utilizar las cualidades de los materiales más dispares: transparencia, solidez, calidez, maleabilidad, claridad... se convertían en propiedades que no solo describían el material en cuestión sino también las huellas dejadas sobre la tela, de forma que la experiencia plasmada en la obra se hacía más intensa gracias a la incorporación de diferentes texturas.

A partir de este momento, la obra y la mirada de Conxi Puig se ha ido perfilando gracias a la sutil incorporación de barnices, estaño, polvo de mármol, lacas o pequeños cristales que compiten en protagonismo con una pintura colorista y una paleta rica en matices, creando atmósferas etéreas, llenas de sensibilidad, ritmo y dinamismo. Y es que, de hecho, no podría ser de otra manera porque así es también la personalidad de esta artista catalana que rebosa vitalidad y positivismo a partes iguales.

Vista atrás a su trayectoria expositiva, se observa como el primer impulso creativo ha ido derivando hacia una pintura abstracta y expresionista y la necesidad de trascender el marco se soluciona ahora con dípticos y trípticos de gran riqueza plástica, de forma que el color puede continuar su camino de un a otro soporte como si de una Sherezade se tratase, dejando a su paso aquella sensación que la pincelada resta inacabada, esperando que sea el propio espectador quién termine de comprenderla.

De este modo, Conxi Puig demuestra ser sensible a la percepción y a la imaginación del otro y la composición resultante no deja de ser una invitación, un punto de salida hacia la pedagogía de la imagen y el despertar de la mirada.


Mireia Guillaumes
Licenciada en Historia del Arte
Revista Bonart

ArtMajeur

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