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Paula Weiszkopf

Back to list Added Jan 25, 2009

Revista Personae Mexico

Paula Weiscopf
pintora, mujer torbellino

José Antonio Ruiz Estrada
Fotografía: Mario Torres
Paula Weiscopf es arquetípica en todos los sentidos de la vida: como mujer, como profesional de marketing, pero, principalmente, como pintora. Como mujer, bien podemos afirmar que es el modelo de una nueva Era, la de todas las mujeres conscientes de su naturaleza, que quieren ser para, de una vez por todas, establecer el equilibrio frente a los hombres.
Paula Weiscopf, con su frescura juvenil, ingenio, vivacidad y productividad nos da una gran lección a la mayoría del género masculino y, por fortuna, a la mayoría de sus congéneres.
Sabe cómo vivir, disfrutar, validar, sin estorbos ni abusos, todo aquello a lo que cada mujer tiene derecho.
Sin propósito predecidido, desmitifica la supuesta infalibilidad del varón. Prueba su error histórico de abrogarse la exclusividad en todo. Su actitud y desarrollo, exhiben al hombre desde los sistemas sociales que inventó para ejercer autoritaria e históricamente el dominio del mundo.
Paula Weiscopf es joven, muy joven, libérrima, independiente, muy distante del gran número de mujeres que en el mundo son aún esclavas del código social o de atávicos fanatismos, donde deben aparentar ser lo que no son: sumisas, infantiles, las bellas muñequitas inmaduras e irracionales o inconscientes de cuanto les rodea.
Derriba los mitos del papel obligatorio de la mujer: ama de casa, madre y esposa o, como tabla salvadora, de graciosa muñequita encantadora.
Quizá por esa circunstancia, Paula Weiscopf decidió emprender una vida de búsqueda constante, de nuevos caminos, de otros horizontes, y por ello adoptó el Esencialismo como corriente pictórica, que es, precisamente, la búsqueda de caminos, de innovación constante para sí misma, sin que tenga que ver el exterior.
Estas son las características más destacadas de la pintora Paula Weiscopf, a las que agregamos la belleza de su imagen, que al verla superficialmente, nos da más la idea de una linda heredera del jet set de cualquier elite en el mundo, que la de la mujer dinámica, emprendedora, fuerte y decidida a conquistar el mundo, que es.
No es compendio de glamour de la high society de ninguna parte, aunque si es pintora predilecta de personajes de ese estatus. Y sí, los caminos que ha recorrido, sus circunstancias, le han sido favorables.
La pintura la atrapó a los 10 años, la que estudió hasta los 20, aunque a los 18 comenzó su carrera de Publicidad y Marketing, que terminó a los 22, edad a la cual inició su gran peregrinar profesional por el mundo: Uruguay, Brasil, Tailandia, México y Estados Unidos, que se extenderá a las históricas cunas de los consagrados en el Viejo Continente, como lo hiciera a principios del siglo XX Diego Rivera y otros monstruos del arte pictórico y literario, Siqueiros, Tamayo, Cuevas o Reyes, Fuentes, Paz o Neruda.

Esencialismo, su Escuela
El arte pictórico había anidado en ella, sin embargo, confiesa, mientras concluía la carrera de Publicidad y Marketing nunca pensó dedicar su vida exclusivamente al arte. Fue la vida la que la indujo, con la ventaja que le significaron sus conocimientos del mercado y la publicidad para promover su obra, en lo cual, dice ufana:
- Siempre me he movido yo sola, soy tan inquieta que no puedo dedicarme a una sola cosa, como el pintar, sino además a promoverme, a vender, organizar mis exposiciones, buscando apoyos, siempre en movimiento.
Paula Weiscopf se convierte en torbellino de ideas, gestos, ademanes, voces, cuando le pregunto por qué en las publicaciones periodísticas de arte, los folletos especializados o en los directorios de artistas se afirma que nació con la pintura.
- En todas las escuelas de Argentina, se imparte el arte. En mi colegio participé siempre en los concursos que se organizaban de acuerdo al programa oficial. Ese fue mi gran incentivo, siempre participar, siempre ganar, participar y ganar. Yo era muy pequeña, 10 años, pero ya tenía la inquietud de participar en un taller de pintura.
- Mi madre me buscó uno. Yo quería dibujo exclusivamente, no pintura, pero encontró un taller muy cercano a mi casa. Mamá me llevó. Ahí, Heriberto Zorrilla y Helena Distéfano (creadores del Esencialismo) me advirtieron: “vos buscás pintura. ¡Okay! Nosotros te proponemos esta técnica. Vos la tomás o vos la dejás. Te la vamos a dar, aunque estás abierta a otras propuestas.
- Ahí comencé. La primera clase me gustó. La segunda me encantó. Me seguí ahí. El movimiento empezó a crecer también, se hicieron cadenas de discípulos. Seguí participando en otros concursos, otras exhibiciones, seguí ganando. Yo era de las más pequeñas, producía mucho, pero nada para la venta, por supuesto. Me llevaron a Brasil, participé en otro concurso, también gané.

Precisiones
Cuando Paula Weiscopf pronunció por primera ocasión la palabra Esencialismo, apenas la pude relacionar con esencia, esencial, esencialmente, es decir, lo relacionado a lo que constituye la naturaleza de cualquier cosa. Desde luego, plenamente ignorante de este movimiento pictórico iniciado en 1984, en Argentina, por Heriberto Zorrilla y la maestra Helena Distéfano, los maestros de Paula.
Y bien podríamos comprender el Esencialismo en el libro coescrito por ambos: La cantera interior—la conquista del sentimiento plástico. Aunque la propia Paula nos acercó un bello folleto—catálogo—manual, en el que se establecen los preceptos de esta corriente pictórica, novísima, que nació en el bello Puerto de Buenos Aires.
Vea usted: “El Esencialismo es un retorno del Arte Pictórico a la especificidad de sus medios expresivos... hostigado por quienes, para defender sus posiciones estéticas... creían... como si fuera posible, con un deseo voluntarista, decretar la muerte de una forma expresiva circunstanciada con el más profundo sentimiento humano”.
En otras palabras, “el centro de gravedad de una obra pasa por la interioridad del artista antes de que por su técnica”, lo que mejor explica la propia Paula Weiscopf: “es la búsqueda de caminos, de innovación constante para sí misma, sin que tenga que ver el exterior”.

Dualidades
La pintora argentina eligió un camino arduo, individual, autónomo y hasta solitario, según lo denota la crónica de su propia experiencia. Empero, no desmaya, porque su propia naturaleza, el Esencialismo, la obliga a desarrollar un trabajo intensivo, a veces exhaustivo:
- Busco los tiempos. En la actualidad un pintor no puede hacer varias cosas a la vez o alternadamente. No pueden estar pintando y vendiendo sus cuadros. Por eso busco quien haga lo segundo por mí. Todo junto no se puede. Eso he hecho hasta ahora.
- Fui buscando países por América Latina, Estados Unidos, donde radico actualmente. Trato de encontrar un representante en cada país porque no tengo el don de la ubicuidad, ¿tú sabes? Exponer y viajar, viajar y exponer, vender, pintar... viajar con la obra es latoso, por eso busco empresas que me representen y me apoyen, aunque sea un poquito.
Pese a la negación de “hacer pintura y vender” que me hace Paula, insisto en que me parece que ella desmitifica la nulidad de los artistas consagrados del pasado, que con grandes sacrificios pintaban, con grandes sacrificios malbarataban su obra o la cambiaban por un bife o un vinillo. Y claro, le dije que ella lo lograba por su academia mercadológica, lo que hacía de ella un personaje dualista: la pintora, al lado de la experta en marketing.
Contundente fija el momento en que derriba el mito, pero niega la dualidad y define su concepción al respecto:
- Al terminar mi carrera de Marketing. Pero no creo que sea buena productora de arte al mismo tiempo que buena vendedora de mi arte. Sí, estoy segura, se puede destacar en alguna de las dos. Pero se necesita tiempo para cualquiera de las dos. No puedes estar pintando y vendiendo. Hasta ahora sí, pude hacerlo, pero no es mi idea. Sé que me desarrollé y que me fui más hacia el arte, era y es lo que más me llamaba la atención. Debido a ello le dediqué el tiempo. No pienso que ambas cosas sean paralelas, ni me refiero a que tu producción artística surja de una idea mercadológica, sino con calidad de Arte.

Autonomía y soledad
Paula Weiscopf está consciente de su circunstancia actual. Durante muchas horas de todos los días que pinta, está en soledad pero no le aflige. El arte lo trae en la sangre:
- No lo he hecho todo yo sola. El apoyo de mi familia ha sido vital, muy importante. Me decía, siempre, mi maestra: “el apoyo de tus padres es increíble” y sí, increíble era mi abuela que ya falleció. Siempre estuvo ahí, abucheando, que el arte, el arte, el arte... soy de ascendencia austriaca y en Austria hay muchísimo arte, como lo había en mi abuela, quien con esa cultura me motivó, incentivó, impulsó. Íbamos a comprar material, esto, aquello. Supervisábamos la exposición. Estaba en todo.
Sus abuelos fueron “súper emprendedores”. Lograron huir antes del Holocausto. Dejaron su casa como estaba. Emigraron, tomaron un barco al Uruguay, luego viajaron a Argentina donde se establecieron.

Siempre inquieta
Paula Weiscopf se ufana de su característica principal, la inquietud, la energía corporal y mental que siempre la han caracterizado. Por eso le pregunto: ¿De niña eras traviesa?
- Súper traviesa, súper relajada. Jamás quise dormir una siesta. Tengo una hermana un año menor. Cuando nos mandaban a dormir de tres a cuatro de la tarde, ella se adormecía. ¿Yo? ¡Arriba, no dormir! ¡A levantarse, a levantarse, a jugar! Nunca la dejaba cerrar los ojos.
- La Paula adolescente, seguía siendo igual de chispeante, pero acataba al pie de la letra la disciplina, no como sacrificio impuesto, sino por gusto consciente. Tenía mucha comunicación con mi madre y con mi padre, con los dos. Todo lo que hacía era con su permiso. Salía a todas partes acatando las instrucciones, las normas. Ya afuera, siempre fui lidereza de mis compañeros, de mis amistades, dentro de mi grupo de clase.
Ya dedicada intensamente a la pintura, Paula Weiscopf sí se hace consciente de la soledad:
- El problema era que, como estaba tanto tiempo a solas, de repente me pasó a lo grande, al pasar tantas horas frente a una pintura, sin compañías de trabajo, sin nadie con quien hablar, mis únicos compañeros eran el pincel, la pintura, la tela y yo misma. Lo que estaba ah, era lo que yo plasmaba en la tela.
- Tuve muchos problemas de soledad, tal vez por eso me involucré en la mercadotecnia, porque, primero, tenía que promover mi arte, mostrarlo, venderlo. Segundo, reafirmar mi punto de unión con la gente, observar sus reacciones al tener contacto con mis pinturas. La música fue muchas veces mi gran alivio.

Juicios libres
Pregunto a la juvenil pintora si en su arte hay un precepto filosófico, un código ético o estético. Me responde que no.
- No es que quiera decir algo con el arte, con mi pintura. No es que quiera decir algo, dejarles una apreciación, un mensaje, de mí misma. No. Quiero su libre interpretación. Me gusta mucho cuando alguien ve mi obra y descubre rostros que yo no pinté, o que venga otra persona y de pronto me diga que vio otra cara junto a un caballo del cual yo no tenía idea.
- Eso quiere decir que mi obra les gustó, pero lo más grandioso es que luego busco donde me dijeron y, efectivamente, encuentro lo que vieron. Es fabuloso llamar la atención, comprobar que el espectador entró en mis obras, expresa entusiasmada la pintora.
Disculpa, le digo, afirmas que no envías mensajes, pero tú misma dices crear arte como motivación de la sensibilidad del espectador. ¿Entonces?
- Bueno, sí. No te equivocas.
Porque si hablas de Esencialismo, hablas de lo fundamental. Si hablas de lo fundamental, que para ti es motivar a la gente, ¿cómo lograrlo si no envías el mensaje—impulso que motive? Digo inquisitivo.
- Cierto, figura y colores despiertan sensaciones, que provienen de lo más profundo del ser humano.
¿El móvil del Esencialismo? Insisto.
- Sí, la producción de sensaciones.
¿Eso explicaría el por qué utilizas tonos tan impactantes? ¿Tiene que ver con tu temperamento? Porque tu mirada muestra un carácter muy fuerte, extremista. ¿Acierto en la observación? Le digo luego de sorprenderme con su forma de mirar, directa, imperturbable, inquisitoria.
- Sí, soy súper extremista, me comenta al mostrarme una fotografía del abanico que me entrega. Aquí compruebo que el estado de ánimo del artista tiene que ver con la obra que realiza. Si tengo ganas de pintar o no. El tema de los colores es cuestión de decisión: hoy voy a pintar rojos y azules, los trabajo mucho. De repente, después de trabajarlos dos horas, cambio a colores claros, tenues. Claro, soy extremista.
¿Ese temperamento es esencial para el artista?
- No sé si sea esencial o no, pero en este estilo, Esencialista, creo que sí.
Enseguida me enseña una obra premiada recientemente.
- Aquí están los extremos. Ve estos azules contrastados con estos rojos. Explica mi yo interno, de la paz a la pasión. Este otro, muy lindo, Sueños, tiene varias caras viendo al Oriente. Acá, otra cara, otra, quizá porque soy zurda me inclino hacia la izquierda.

Concluye
Paula Weiscopf, itinerante, incansable, voluntariosa. Todo la pone en movimiento. Le encantan los paisajes, las piedras, las oquedades montañosas, el mar, los bosques. Quiere habitar una casa con un gran vitral que contenga todas las maravillas de la naturaleza, pero no como tema, no ahora, no el realismo, sino la abstracción de todo cuanto forma al Universo.
Tailandia podría ser su punto de reposo. Ahí tocó el cielo con las manos, la noche increíble, tapiz de zafiros. El amanecer brillante. La tarde púrpura. Las piedras en medio del océano.
Hago la última pregunta: ¿Tu búsqueda está a punto de concluir?
- Por ahora la localicé, quizá más adelante haya más cosas que me impacten con la misma fuerza. Pero, hasta ahora, esto es lo que me “mató”. México tiene cosas increíbles, Uruguay, Argentina, el Sur. Ya veré, no olvides que apenas empiezo.

Artmajeur

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