Maria Antónia Santos

EXPRESIONES SENSITIVAS A LA PORTUGUESA - Iván de la Torre Amerighi

Hablar, con respecto al arte portugués contemporáneo, de un mundo tan cercano y tan desconocido, tan particular y, por otro lado, tan parecido en cuanto a sus etapas y movimientos últimos, es recurrir al tópico. Lo bueno - o lo malo, segundo se mire -, es que todo tópico encierra en si mismo una gran parte de verdad. Maria Anmtónia Santos es una artista de amplia trayetoria - casi veinte exposiciones individuales en su país durante un periodo de treinta años la avalan - cuya obra pictórica o textil tan sólo ha podido ser contemplada en España en tres colectivas. Ahora, la galería Icaria le ha ofrecido la oportunidad de presentar un sorprendente conjunto de obras inéditas, donde combina el formato pictórico con objetos textiles que denomina Tapeçarias Objecto.
Su formación en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa y su posterior beca de la Fundación Calouste Gulbenkian, así como la especialización en la École National de Tapisserie d'Aubusson, caracterizan una doble vía expresiva que es definida por una misma voluntad creativa. Los objetos textiles, plenos de sutilidad y efectismos cromáticos, comparten con la faceta puramente pictórica la plasmación de un recuerdo sensitivo - casi un "paisaje de la memoria" -, el virtuosismo técnoco, la combinación de materiales diversos y unos resultados de voluptuosa expresividad formal.

Deriva Abstracta
El lenguaje de Mª Antónia Santos, que sorprendente por su fuerza y frescura, encuentra su pun to de equilibrio entre la evocación figurativa y la deriva abstracta. Hermana, a veces de manera brutal, la densidad y opacidad de ciertas capas pictóricas con las veladuras y transparencias del papel japonés. Interrelaciona, también, grafismos, letras, gestos, referencias figurativas, raspaduras y colajen.
La artista ha encontrado en la combinación de materiales diversos uno de sus cauces de expresión sensitiva. La decantación por un lenguaje informal y su interés por el tratamiento de la materia no le hacen tratar el cuadro como un muro ni como un emblema; así, no renuncia a la evocaciónde una imagen aunque esta esté imbricada en el substrato subjetivo de la memoria. Sin caer en sentimentalismos, desde los lienzos, se evocan con frecuencia pasajes vividos de Venecia. Pero no hay premeditación ni anédocta. Tampoco narración. El gesto y la materia bastan para evocar recuerdos virtuales, no objetivos; pequeños retazos particulares de un sentimiento: un olor, una luz, un color que toman forma conforme la materia y su manipulación cobran vida sobre el suporte.

Iván de la Torre Amerighi

ABC Blanco y Negro Cultural 20.9.2003