Todas las obras de Manuel Alcaide Mengual
CABO DE GATA • 20 obras de arte • Descargar
“Mas en aquella soledad que cautiva
la exacta arquitectura de los cuerpos
que en amoroso[...]
“Mas en aquella soledad que cautiva
la exacta arquitectura de los cuerpos
que en amoroso reclamo rodaron por la arena
y las aguas bañaron de pétalos y espuma,
Despertó la voz enardecida del deseo”.
J. A. Santano
“…Como las aguas besan las arenas y tan sólo se alejan para volver, regreso a tu cintura, a tus labios mojados por el tiempo, a la luz de tu piel que el viento bajo de la tarde enciende. Territorio, tu cuerpo…”
J.A. Valente
No hay nada más aterrador que el desamor en la magia de Cabo de Gata; sin embargo, esa magia convierte al amor en el único infinitivo esencial, vertebrador de la existencia. Cuando este amor se cautiva en este espacio y se conciencia de lo insondable de dar respuesta a esta magia solo cabe la generosidad. Deudor humilde de su luz.
Entrar a este espacio insultante de elementos, de aromas, sonidos y silencios, sombras y luces es sumergirse en la magia ancestral, blanca y materna, telúrica y ocre, salina y húmeda de una memoria dormida que se abre y se reconoce en tiempos nunca idos, permanentes y futuros.
Si la luz no existiera no habría que imaginarla, es suficiente estar. Su luz blanca, lejos de distanciarnos, nos envuelve en una indefinición de volúmenes, contornos y tiempos. Quién sabe cómo se mide el tiempo de los espacios más próximos, lejanos. El blanco lo disipa todo y contrariamente lo significa. Aproxima los azules y ubica los sienas. Envuelve el paisaje en una esperanza de luz que licencia al color, permite su indefinición. Dónde el mar, dónde la tierra…, formas indefinidas vuelven a su significado, dónde los senos cartografiados, dónde humedad tórrida, dónde sequedad espumosa.
El blanco torna el ágata, germina las texturas en sus lejanías y las acerca. Blanco espumoso, lechoso y madre, facilitador seminal de mi amor.
Cabo de Gata nos trae el círculo lechoso, nos lo fusiona, colma el vacío de la nada.
Agradecido.
la exacta arquitectura de los cuerpos
que en amoroso reclamo rodaron por la arena
y las aguas bañaron de pétalos y espuma,
Despertó la voz enardecida del deseo”.
J. A. Santano
“…Como las aguas besan las arenas y tan sólo se alejan para volver, regreso a tu cintura, a tus labios mojados por el tiempo, a la luz de tu piel que el viento bajo de la tarde enciende. Territorio, tu cuerpo…”
J.A. Valente
No hay nada más aterrador que el desamor en la magia de Cabo de Gata; sin embargo, esa magia convierte al amor en el único infinitivo esencial, vertebrador de la existencia. Cuando este amor se cautiva en este espacio y se conciencia de lo insondable de dar respuesta a esta magia solo cabe la generosidad. Deudor humilde de su luz.
Entrar a este espacio insultante de elementos, de aromas, sonidos y silencios, sombras y luces es sumergirse en la magia ancestral, blanca y materna, telúrica y ocre, salina y húmeda de una memoria dormida que se abre y se reconoce en tiempos nunca idos, permanentes y futuros.
Si la luz no existiera no habría que imaginarla, es suficiente estar. Su luz blanca, lejos de distanciarnos, nos envuelve en una indefinición de volúmenes, contornos y tiempos. Quién sabe cómo se mide el tiempo de los espacios más próximos, lejanos. El blanco lo disipa todo y contrariamente lo significa. Aproxima los azules y ubica los sienas. Envuelve el paisaje en una esperanza de luz que licencia al color, permite su indefinición. Dónde el mar, dónde la tierra…, formas indefinidas vuelven a su significado, dónde los senos cartografiados, dónde humedad tórrida, dónde sequedad espumosa.
El blanco torna el ágata, germina las texturas en sus lejanías y las acerca. Blanco espumoso, lechoso y madre, facilitador seminal de mi amor.
Cabo de Gata nos trae el círculo lechoso, nos lo fusiona, colma el vacío de la nada.
Agradecido.
Loading...