Increíble | Lee Ufan Arles: una visita entre el silencio, los materiales y los encuentros inesperados

Increíble | Lee Ufan Arles: una visita entre el silencio, los materiales y los encuentros inesperados

Nicolas Sarazin | 11 jul 2025 6 minutos de lectura 1 comentario
 

Lors des Rencontres d’Arles, Artmajeur By YourArt a eu le plaisir de guider une visite privilégiée au musée Lee Ufan Arles, un écrin d’art et de méditation au cœur de la ville. Entre œuvres épurées et espaces contemplatifs, cette expérience a offert un voyage sensoriel hors du commun, riche en surprises et en émotions.


© Lee Ufan Arles

A la ocasión de las Rencontres d’Arles, ArtMajeur by YourArt tuvo el privilegio de organizar una visita especial a Lee Ufan Arles. El museo creado por el artista, situado en el Hôtel Vernon, en pleno corazón del centro histórico, esta parada artística fue mucho más que un simple recorrido museal: una travesía meditativa, punctuada de sorpresas y diálogos silenciosos entre el arte, el espacio… y los visitantes.

¿Quién es Lee Ufan?

Lee Ufan, nacido en 1936 en Corea, es una figura mayor del arte contemporáneo internacional. Filósofo, poeta, pintor y escultor, es cofundador del movimiento Mono-ha en Japón en los años 1970. Su obra se construye alrededor de la relación entre los elementos naturales e industriales, el lleno y el vacío, la energía del gesto y la materia misma.

Tres museos le están dedicados hoy en día: en Naoshima (Japón), en Corea del Sur, y desde 2022… en Arles. Enamorado de la ciudad después de una exposición en 2013, el artista adquirió un hotel particular transformado con la complicidad del arquitecto japonés Tadao Ando, maestro del concreto y del silencio.

Una experiencia sensorial desde la entrada

Desde la primera sala, la espiral monumental de concreto diseñada con Tadao Ando nos envuelve. Entramos en este vórtice bruto como en un ritual. El silencio se espesa, los pasos se ralentizan. El recorrido parece lento, casi meditativo.

En el centro, un pozo se abre bajo nuestros pies: un agujero circular, vertical, en el que aparece un fragmento de cielo. Cuando levantamos los ojos, sin embargo, el techo es uniformemente negro. Aquí, el mundo parece invertido. El cielo está bajo nuestros pies, la luz viene de abajo, y arriba permanece ciego. Una inversión de los referentes, como un enigma planteado al visitante.

Un hombre se detuvo, intrigado, y susurró: « Es como si la tierra misma soñara con el cielo. »
Y es verdad. Cada espacio parece absorber el ruido del mundo exterior, para no dejar más que el aliento — el nuestro.

La materia, la luz y el tiempo

En la sala siguiente, Relatum – Infinity of the Vessel: una gota de agua, suspendida a una frecuencia hipnótica, cae en una fuente. Cada salpicadura dibuja un fresco efímero en las paredes. "Es casi como si el tiempo mismo fuera parte de la instalación", susurra una joven.

Y no es solo una impresión.

Un poco más lejos, Relatum – Road to Arles se despliega como un jardín silencioso. En el centro, un camino de espejo, colocado en el suelo elevándose hasta el techo, capta los reflejos del cielo y de la arquitectura, mientras permanece inaccesible. No se puede caminar sobre él — solo los gravas que lo rodean acogen nuestros pasos. Y ahí reside toda la sutileza: la obra nos atrae, nos tienta, pero finalmente nos invita a rodear, a respetar una distancia. Cada paso sobre los gravas produce un ligero crujido, un rumor discreto que acompaña nuestro movimiento. Aquí, caminar se convierte en un gesto atento, casi ceremonial. Nos sorprende ralentizar, escuchar, mirar. El espejo, permanece inmóvil, ofreciendo un camino invertido, un camino suspendido entre lo visible y lo inaccesible.

© Lee Ufan Arles

Una visita bajo el signo del encuentro

En el corredor que lleva al piso, se descubre L’Étrusque, una obra emblemática de Michelangelo Pistoletto: un hombre que camina hacia un espejo, capturando al visitante en un diálogo silencioso con su propio reflejo. Este guiño poético anuncia la presencia más importante de Pistoletto en el segundo piso, donde actualmente se lleva a cabo una exposición temporal de sus obras, jugando con los reflejos y la presencia del espectador.

El espacio, la luz, la huella

En el primer piso, el museo nos sumerge en el universo pictórico de Lee Ufan, trazando la evolución de su trabajo desde los años 1970 hasta hoy. El descubrimiento se hace en el silencio atenuado de las salas, donde se siente casi físicamente el aliento del artista. Ante sus primeras telas, colocadas planas para ser trabajadas, un visitante murmura a su compañero: « Parece que pinta como se medita. » Y es exactamente eso. Lee Ufan inspira profundamente, luego pinta en apnea, hasta el agotamiento del gesto — cada trazo depositado como una respiración suspendida, entre tensión y liberación. El pigmento azul, mezclado con cola animal, deja en la tela la memoria de un aliento, de un instante de concentración pura.

Un poco más lejos, sus series de puntos al pincel, realizados hasta el agotamiento del material, fascinan a una niña que ve una ligera lluvia cayendo sobre un lago. Los adultos, por su parte, perciben ritmos, silencios, ecos — como una música visual. La mirada circula, libre, entre los vacíos y los toques, entre lo dicho y lo no dicho.

La visita continúa, y se siente que las obras se despojan a lo largo de los años: menos gestos, pero más luz, más espacio. Una pareja de jubilados comparte su sorpresa: « Creemos que no hay casi nada, y sin embargo nos quedamos allí, parados, mirando. » A partir de 2007, el artista comienza a firmar el borde de sus telas, como para recordar que la obra existe también por su presencia en el espacio. Algunas piezas están superpuestas en varias capas sutiles, captando la luz de manera casi vibrante.

En sus telas más recientes, especialmente las de después de 2014, la paleta se amplía: aparecen colores más vivos, los gestos se liberan. Una nueva forma de aliento se impone — más amplia, más instintiva. Como si, con el tiempo, Lee Ufan se permitiera una relación más intuitiva con la pintura, mientras se mantiene fiel a esta tensión esencial entre presencia y ausencia.

© Lee Ufan Arles

Más que un museo: un lugar de vida

El museo Lee Ufan en Arles no es un lugar fijo. Fiel a la visión de su creador, se afirma como un espacio vivo, en constante evolución. Se acogen exposiciones temporales, como la actualmente dedicada a Michelangelo Pistoletto, figura mayor del Arte Povera. Sus instalaciones que mezclan espejos, siluetas y reflejos juegan con la presencia del espectador e interrogan nuestra relación con la imagen — un eco sutil al trabajo de Lee Ufan, centrado en la relación, el espacio y la percepción. El museo también propone residencias de artistas, conciertos, lecturas, conversaciones públicas, en un espíritu de compartir y desdibujar fronteras. Aquí, el arte contemporáneo dialoga con las tradiciones asiáticas y el patrimonio arlesiano en una atmósfera pacífica, casi meditativa. Un lugar aparte, que invita tanto a la contemplación como al encuentro.

Lejos del tumulto, la Fundación Lee Ufan propone una pausa de calma e intensidad. Nos empuja a observar de otra manera: el vacío se convierte en presencia, el mineral se convierte en poesía, y la mirada se convierte en un acto de creación.

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