Fun fact | Dalí en traje de buceo (y casi muerto): cómo un español se asfixió por el surrealismo

Fun fact | Dalí en traje de buceo (y casi muerto): cómo un español se asfixió por el surrealismo

Selena Mattei | 30 may 2025 4 minutos de lectura 0 comentarios
 

En 1936, Salvador Dalí se puso un casco de buceo, agarró un taco de billar, sostuvo dos perros e intentó dar una charla sobre el subconsciente. Casi se asfixia. El surrealismo británico nunca volvió a ser el mismo...

Salvador Dalí (2024) Dibujo de Alessandro Bruno

Puntos clave

  • Dalí apareció en la primera Exposición Surrealista Internacional de Londres con todo el equipo de buceo.

  • ¿Su plan? Demostrar visualmente una inmersión en el inconsciente.

  • ¿La realidad? Casi se desmaya y tuvieron que rescatarlo —a mitad de un discurso— con un taco de billar.

  • La exposición sorprendió a la escena artística de Londres y atrajo a 30.000 visitantes.

  • Contribuyó a impulsar las instituciones de arte moderno en el Reino Unido y sentó las bases para el ICA.

  • Coleccionistas, tomen nota: esto no fue solo excentricidad, fue un manifiesto interpretativo.

🪄 Un casco, un taco y una metáfora casi fatal

¿Qué te pones para dar una conferencia sobre los rincones más profundos de la mente humana? Si fueras Salvador Dalí: un traje de buceo metálico, dos perros atados, un taco de billar y una sonrisa surrealista.

Era el año 1936. El lugar: las New Burlington Galleries de Londres. Dalí, siempre un showman (y posiblemente un doble de acción a tiempo parcial), llegó para dar un discurso sobre "fantasmas auténticos y paranoicos". Pero sucedió algo inesperado:
No podía respirar.

Mientras el público reía —asumiendo que se trataba de otra capa de teatro surrealista—, Dalí se asfixió en silencio dentro del casco hermético. Finalmente, alguien lo desenroscó justo a tiempo. El español jadeó y declaró: «Quería demostrar que me sumergía en el subconsciente».

Coleccionistas, tomen nota: esto no fue performance. Fue una entrega conceptual de alto riesgo.

Salvador Dalí (2024) Pintura de Tomoya Nakano

Surrealismo británico: arenques ahumados, pipas verdes y cuerdas hervidas

El percance acuático de Dalí ni siquiera fue lo más extraño de la Exposición Internacional Surrealista de 1936. Ese honor podría corresponder al poeta Dylan Thomas, quien ofreció a los invitados tazas de té llenas de hilo hervido. O a Sheila Legge, vestida de satén y rosas, sosteniendo una pierna artificial. O a André Breton, quien pronunció un discurso vestido completamente de verde, incluyendo su pipa y, por supuesto, el cabello de su esposa.

Acudieron treinta mil personas. La prensa británica quedó hipnotizada. Y aunque el surrealismo ya había causado sensación en París y Berlín, ahora tenía un capítulo en Londres: caótico, irreverente y completamente inolvidable.

Para las instituciones modernas (y los coleccionistas que construyen portafolios surrealistas), este momento es fundamental. Marcó la llegada oficial del surrealismo al Reino Unido, y lo hizo con la elegancia de un sueño febril.

El surrealismo se hace público y al revés

La exposición, comisariada por Roland Penrose y el poeta David Gascoyne, presentó obras de grandes figuras como Magritte, Miró, Ernst, Duchamp y Picasso. Hubo incautaciones en aduanas, reposiciones en el último momento y un pez clavado en un Miró que tuvo que ser retirado por su fuerte olor.

Las propias diapositivas de Dalí fueron presentadas al revés.

Y, sin embargo, el efecto fue electrizante. No se trataba de una simple exposición, sino de una invasión surrealista. Y para una generación de artistas británicos, fue transformador. Para un público criado con té y Turner, fue como descubrir que su papel pintado podía derretirse.

Salvador Dalí (2018) Pintura de Denis Kujundzic

De las galerías a las instituciones: la réplica

La ola de surrealismo generó más que titulares. Penrose y el crítico de arte Herbert Read fundarían el Instituto de Arte Contemporáneo (ICA). Peggy Guggenheim intentó financiar un museo de arte moderno en Londres (con demasiado control, como de costumbre), y en su lugar abrió Guggenheim Jeune .

Gabrielle Keiller, cuya colección ahora desempeña un papel fundamental en Encuentros Surrealistas en Edimburgo, fue una de las muchas coleccionistas inspiradas por este momento anárquico. Lo que empezó con toboganes invertidos y cascos sin aire terminó en una inversión cultural a largo plazo.

Si usted es coleccionista, vale la pena recordarlo: la entrada del surrealismo en Gran Bretaña no se produjo con títulos educados, sino con caos, risas y casi con la pérdida de Dalí por una metáfora.

¿Quieres recrear el look? Aquí tienes el paquete de inicio de Dalí:

  • Un traje de buceo de metal pesado.

  • Una conferencia sobre el inconsciente.

  • Un taco de billar. Opcional: dos perros.

  • Diapositivas (presentadas al revés, naturalmente).

  • Un amigo disponible para desenroscar tu casco, por si acaso.

  • La creencia inquebrantable de que el arte debería incomodar a la gente.

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Preguntas frecuentes

¿Dalí realmente dio una conferencia con traje de buceo?
Sí. Y casi muere haciéndolo.

¿Por qué?
Simbolizar una inmersión profunda en el subconsciente humano. Era a partes iguales absurdo y brillante: puro Dalí.

¿El público quedó horrorizado?
No. Pensaron que era una actuación. Aplaudieron su asfixia. Muy propio del surrealismo.

¿Qué se consiguió con la exposición?
Lo cambió todo. Revolucionó la escena artística británica, influyó en generaciones y contribuyó al lanzamiento de importantes instituciones culturales.

¿Es esto relevante para los coleccionistas de hoy?
Por supuesto. Comprender la irrupción teatral y confrontativa del surrealismo en el Reino Unido es clave para valorar su legado, no solo en obras sobre lienzo, sino también en objetos, performances y material efímero.

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