Artista española lleva el bordado a las calles

Artista española lleva el bordado a las calles

Jean Dubreil | 12 ene 2023 3 minutos de lectura 0 comentarios
 

Raquel Rodrigo, artista valenciana, dice que los enormes puntos de cruz que ha colocado en los edificios son una afirmación de un arte femenino.

Hay un lado familiar en el arte callejero de Raquel Rodrigo, ya sea un ramo de flores amarillas envuelto alrededor de una ventana en España o docenas de rosas rosadas que caen sobre una casa en Suiza. El artista español ha llevado su estilo único a ciudades de todo el mundo durante gran parte de la última década, sacando de las sombras un método que data de miles de años atrás. Rodrigo dijo: "Es el bordado que las mujeres siempre han hecho en casa en sábanas, toallas y almohadas". "Queremos sacar este bordado a la calle".

Lo hace copiando cuidadosamente las características definitorias de la artesanía (flores vibrantes, líneas rectas y texturas en relieve) a gran escala y colocándolas en todo, desde escaleras hasta escaparates. Según la Sra. Rodrigo, el resultado es un estilo que trata de vivir en la zona gris entre lo público y lo privado poniendo el foco en algo tan privado como el bordado de una casa.


Al artista de Valencia, España, se le ocurrió la idea en 2011 cuando le pidieron que decorara la fachada de una tienda en Madrid que ofrecía clases de costura. Mientras trataba de encontrar una manera de mostrar el propósito de la tienda, su mente volvió a una técnica de punto de cruz que había aprendido de su madre cuando era niña. Usando una computadora, creó un patrón de rosas rojas cayendo sobre la fachada del edificio. Luego imprimió un patrón pixelado a seguir y lo cosió con cuidado en una malla metálica adherida a la fachada de la tienda. Este movimiento se convirtió rápidamente en su marca registrada. A medida que su proyecto Arquicostura, que es un acrónimo español de arquitectura y alta costura, la ha llevado a ciudades como Londres, Estambul y Filadelfia, personas de todo el mundo le han enviado mensajes de apoyo.

Algunas personas vieron cosas en su trabajo que les recordaban a su infancia, mientras que otras recordaban a sus abuelas y madres. La mayor importancia del trabajo se evidenció por la cantidad de veces que se mencionó a las mujeres. La mujer de 38 años dijo: "Con el tiempo, me di cuenta de que era una forma de afirmar un arte femenino que había estado oculto durante mucho tiempo". Su taller en Valencia se basa en lecciones que se han ido transmitiendo en su familia durante generaciones. Según el proyecto, trabaja con grupos de hasta 50 personas para hacer copias a gran escala de intrincados bordados. El proceso es largo; a veces dos personas tardan hasta tres días en bordar un metro cuadrado. Su madre a veces ayuda en el taller. Es un guiño a la sabiduría que transmitió a sus hijos cuando intentaba mantenerlos ocupados hace décadas.

Rodrigo ha viajado por el mundo durante años, y cada vez que ve cómo su oficio puede ayudar a las personas a llevarse bien, se sorprende. "Hace cuatro años estaba en un pueblo de Rusia. La gente de allí no hablaba inglés, así que no podíamos hablar entre nosotros". En cambio, la costura, las puntadas y el hilo hicieron la mayor parte del trabajo, conectando a personas de diferentes culturas e idiomas. "Descubrimos que podíamos trabajar juntos a pesar de que no todos hablábamos el mismo idioma". Después de que se completó el proyecto, recibió abrazos y lágrimas cuando se fue. Ella dijo: "Se sintió mágico poder decir tanto a través del bordado". "Realmente es un idioma que se habla en todo el mundo".

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