Inés Diez

Te voy presintiendo, te voy sugiriendo, así,
Poco a poco....enhebrando cada trazo al universo; en ese abrazo sutil...
Imperecedero, buscando cada curva inexistente, respirando cada aroma
de color, rozando con los dedos el arpa de la magia.... y así me acerco,
y así me alejo... pero siempre hacia lo infinito, en ese sube y baja que
Marea, hasta alcanzar el placentero reposo.
Inés Diez

Inés Diez Sánchez, la sensualidad onírica de los mundos energéticos

El mundo onírico sensual de Inés Diez Sánchez se fundamenta en la captación de las energías de la existencia, de ahí la circularidad de sus personajes, temáticas, elementos y seres representados. Líneas suaves, que parecen acariciar la composición, que emanan de un rico interior que procede del onirismo, del mundo de los sueños, vía subconsciente.
Emplea óleo, colores suaves, intensos, contrastados, nutridos de gama de tonos intermedios, buscando plasmar esencias, evidencias de un mundo interior energético, que se nutre de esencias universales. De ahí que obras como la ‘Danza de la lluvia’ o la ‘Danza de la luna’ sean representativas de su pensar, siempre en armonía con el medio natural, con los astros y la cosmicidad inmanente.
Vivimos en un mundo de apariencias, donde lo sutil está elaborado y lo simple se encuentra vistoso en la superficie de la vida, pero, posee las raíces de la profundidad. Todo tiene su esencia y su espíritu. Cualquier acción, mediación, actuación o actitud, todo ello se encuentra en línea con la sutilidad embriagadora del interior de nuestra existencia, que pugna por salir a flote, comunicarse, constatar su poder, para darle reconocimiento a lo que existe. Porque en los atisbos de existencia es donde se refleja mejor la profundidad de las energías que lo nutren. De ahí que su pintura sea atractiva, porque parece estar viva más allá del lienzo, mostrando, incluso en las situaciones más extrañas, una cierta magia sugerente y misteriosa que transforma los sentimientos en imágenes, cual llamas de un fuego que nunca se apaga.

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte

1993 - Sala Previa (Madrid): “Paisajes anímicos”
1994 - Paradís (Madrid): “Rozando el espacio”
- Guiseris (Madrid): “Armonía y Color”
1997 - Crisol (Madrid)

1998 - Sala cultural Caja Duero (Valladolid): “Ensueños”
- Colegio Oficial de Médicos (Madrid).
1999 - Galería de Arte Albarquercus (Madrid).
2004 - Sala de Arte 3000 ( Museo del ferrocarril de Madrid )
2005 – Galería de Arte Soñarte ( Madrid )

• EL PUNTO DE LAS ARTES
15 al 21 de abril de 2005


INÉS DIEZ: ingravidez y color


Sela Del Pozo Coll

La pintura de Inés Diez es, ante todo ante todo una explosión de color que embriaga los sentidos. A través de una nueva individual, obra de reciente de esta artista se despliega ante el espectador con su particular imaginario, hecho a partir de formas reconocibles pero transformadas en un prurito de individualismo creativo.
Sus formas lunares nos invitan a la reflexión pausada acerca del equilibrio del universo, de las formas primigenias y sus avatares temporales.
En cada uno de sus cuadros, la artista da rienda suelta a sus pinceles que determinan formas sinuosas, extrañas, lunares. A un paso de ciertas maneras surrealistas pero sin profundizar en las mismas, los aspectos oníricos que predominan en todas sus creaciones nos hablan de un mismo hilo conductor estilístico y expositivo.
Así , junto a sus óleos, podemos apreciar obras realizadas sobre cartulina, en las que una técnica depurada se convierte en su mejor recurso a la hora de difuminar los contornos del acrílico en pro de unas entonaciones tonales que recuerdan la factura obtenida mediante el empleo de ceras. Junto éstos, sus serigrafías y maneras negras continúan los presupuestos generales apuntados.
Domina siempre esa tendencia hacia los volúmenes curvos que retoma en sus indagaciones escultóricas.Jarrones y figuras de barro ejecutan ese tránsito hacia la trídimensionalidad envolvente que persigue. La seducción de las formas que penetran unas dentro de otras por medio de apéndices coloreados y de los bodegones de frutas transformados en paisajes imposibles, imprimen en su obra ciertos caracteres líricos acentuados por el cromatismo escogido.
Y es que, en la obra de Inés Diez, destaca la vibración lumínica acaecida por las combinaciones tonales , ora estridentes y ácidas, ora frías y pausadas. En este sentido, sus fondos son a menuda trabajados con esmero para que, a partir de un color dominante, pueda desencadenarse la sucesión de notaciones contrastadas. El arco iris parece disolverse en sus cuadros, haciendo de esta evasión una particular experiencia visiva.
En suma, un peculiar modo de transformar la realidad soñada, de articular espacios imposibles por su ingravidez y de conquistar, a golpe de color, la superficie de los cuadros y su bidimensionalidad.