Pedro Palma

Mi nombre es Pedro Palma Casanova, soy Diseñador Gráfico de la PUCV y me dedico a la pintura desde los 18 años. Nací y me críe en Paillaco, actual Región de los Ríos, Chile. Ahora vivo en Viña del Mar y tengo una hija que se llama Isidora (regalo de isis).

Aún cuando, llevo mucho tiempo pintando, no tengo lo que se podría nombrar “una carrera reconocida como artista”. No hay exposiciones, ni premios, ni buenas críticas públicas. Mi única incursión en el “mercado” del arte, fue participar en el concurso “Valdivia y su Río” el año 1997, donde quede seleccionado y recibí el reconocimiento del jurado compuesto por Gracia Barrios, Isabel Aninat y José Balmes.

Hace un par de años busque un espacio en New York. Me puse en contacto con la Agora Gallery, a través Angela Di Bello (Director of Agora Gallery / Editor-in-Chief of ArtisSpectrum Magazine, NYC USA). Se dio una buena comunicación, y de hecho le gusto mucho mi trabajo, pero ellos tienen un negocio de por medio y cobran por representar. Lo cual no estaba a mi alcance.

Así también, tome contacto con Bruno Lemieux-Ruibal, critico de la reconocida Revista Internacional de Arte, Lápiz (España). Quería saber su impresión acerca de mi trabajo y él, amablemente, me envió algunos buenos comentarios y consejos.
Por mucho tiempo guarde y cuide pintar desde el silencio, lejos de las “vanguardias” y del mercado del arte. Esto, no era por azar o por no someter mi trabajo a la luz pública, sino que fue una opción o “retiro” que asimile cuando estudie en la Escuela de Arquitectura de la PUCV. De paso debo señalar, que antes de entrar a la Escuela, no dibujaba ni pintaba nada, no sabía.

Ahí “me cayeron encima” grandes profesores como Godofredo Iommi Marini (Poeta), Alberto Cruz Covarrubias (arquitecto), José Balcells Eyquen (Escultor) y mi gran y recordado profesor Claudio Girola Iommi (escultor) discípulo de Georges Vantongerloo (pintor y escultor fundador junto con Mondrian y otros, del Movimiento Neo-plasticista)

A luz de la observación, el dibujo y la poesía me encontré con un texto de Godo, …es el “retiro que permite la presencia o aparición”. Este “retiro” no es la negación al mundo o el crear al margen del sistema. Es el “retiro” para encontrarse, como bien escribe Godo

“… con el vacío o la nada que da lugar. Nosotros agregaríamos como glosa, la nada sustentante. Pero no, la nada donde algo se suspende, suspensora. Y por supuesto Rimbaud también en forma explícita y casi cruel. Una Temporada en el Infierno comienza lisa y llanamente así: “He sentado la belleza en mis rodillas y la he encontrado amarga”, y se desdice de ella.”

Y, Godo, para ser enfático termina diciendo

“En vez de la belleza, ya lo había cantado Baudelaire cabe así, lo desconocido. Como si de este retiro y de esta clase de retiro se abandona la belleza (fundada en la armonía como objeto) para que venga a presencia lo desconocido. Y en forma pujante e hiriente Rimbaud va a decir: “forme e informe”.

En ese estado de “retiro” no podía (y no puedo), nombrar a mis trabajos dibujos o pinturas. Mi quehacer es un continuo (o discontinuo) garabateo de grafías que despliegan dentro de un papel, un cartón, tela o en cualquier soporte. Quién ha garabateado libremente en un papel mientras habla por teléfono, me podrá entender.

El despliegue es con el pulso de la mano, el pasar raudo del rodillo o la brocha, con la contracción o la expansión de la tinta (o el acrílico) sobre el agua, el encuentro con el claro-oscuro y la penetración del color.

Es una construcción perpleja, que poéticamente hablando, nombro como ESTORNINOS que como tales, vuelan juntos en una misma dirección, pero cada cual tiene la suya dentro y asimismo se diferencian y se corresponden entre ellos como una constelación orientada. Dicho sea de paso, que los estorninos (los pájaros, no mis quehaceres) tiene la capacidad de imitar los sonidos de su entorno e incluso aprenderlos.

Dicho lo anterior, debo dejar en claro que frente a mi quehacer, mi estado (o condición) es de absoluta perplejidad, en el sentido más amplio de la palabra. Mi quehacer y lo que “me cayó encima” me volvió perplejo (per-plexus). La perplejidad me cambio la vida y así me quiero quedar.

Dicho sea de paso, Plexus es el término latino para referirse a lo plegado, lo tejido, lo enlazado y el prefijo Per a la intensidad y la totalidad.

Godo siempre retumba en mi conciencia (francamente inconsciente), anotando…

“La perplejidad eleva su trama de caos-cosmos hasta la poesía- palabra, artes, ciencias, técnicas, oficios con su música que adviene y cultiva (cultura). Creemos que la voluntad sobreviene si se produce la admiración cuyo sin fondo es la libertad. Toda poiesis es construcción de lo que no se conoce sino al construirlo. La modernidad puede extenderse en muchos decenios más hasta otra irrupción y su sed de desconocido implica esencialmente desistir de toda otra cosa que no sea el arrojo de la nueva estructura.”

A luz de lo escrito, todo lo que describo de “mi quehacer en la pintura” no tiene ningún sentido, si no fuera porque me permito parar en algún momento, y en la más absoluta libertad razonar y reflexionar sin perder el ritmo. Y como dijo mi buen Claudio

“Razonar y reflexionar … no es otra cosa que montar guardia, no en la serenidad ni la lucidez del que sitia o es sitiado, sino en la lucidez del arrebato entrevisto en la resurgencia.”

Así mismo, más de la mitad de lo que escrito esta suspenso en palabras de otros (ese yo que soy otro, de rimbaud). Desprendo del ramaje, las voces y las guardo, esa es mi herencia y eso es lo que me cambió la vida.

No tengo pretensiones ni afanes, la voluntad no tiene nada que ver en esto.